difunta correa
LA HISTORIA Y EL MITO
La Deolinda, linda como llaman algunos,Otros prefieren dirigirse a ella
Como “la difunta Correa”.Siempre con mucha devoción Y con una cuota de confianza.
Así los devotos se dirigen por Ya cuesta de Las Vacas, en el Km 63, de la ruta nacional 141
Y encuentra el camino al santuario De la Difunta Correa.
Cuenta la tradición que en 1840 vivía en la ciudad de San Juan, Don Pedro Correa, un viejo guerrero de la independencia, hombre valiente y sin tacha, respetuoso y respetado por todos, asistía con su amistad y consejos al gobernador don Placido Fernández Maradona. Pero a la muerte de este, los azares de la política hicieron de Correa un perseguido de la policía, pese a las inmunidades que como guerrero de Chacabuco le habían sido acordadas.
Estos hechos hicieron que varios de sus perseguidores, durante la segunda invasión a San Juan, de La Madrid, fijaran sus miradas en la bella Deolinda, hija de Correa. Pero ella pudo resistir las demandas y casarse con el hombre que amaba. Ese matrimonio fue todo lo que ella deseaba, pero en poco tiempo se convirtió en una sentencia para su padre y su esposo, que perseguidos por las montoneras fueron muertos sin piedad.
Desesperada y temiendo lo peor para ella y su pequeño niño, una madrugada emprendió la huida hacia la ciudad de la Rioja. Anduvo por valles y quebradas con su hijo en brazo, cruzo arenales ardientes que llagaban sus pies, se estremeció en la penumbra de los montes hasta que sus fuerzas se disiparon. En el camino consumió las provisiones: el charqui y el patay, algunos higos y lo más grave, el agua. Agoto las reservas de tunas cuya carne jugosa engaña la sed mordiendo en vano raíces amargas y la misma tierra. Las fuerzas la abandonaron. Sedienta y extenuada se dejó caer en la cima de un pequeño cerro. Sintiéndose morir. Pidió al cielo llenara de leche sus pechos para que el pequeño sobreviviera.
No obstante su cuerpo exánime protegió y amanto al niño. Quien poco tiempo después pudo ser rescatado con vida por unos arrieros. Ellos dieron piadosa sepultura a la difunta y, conociendo su nombre por una medalla que portaba en el pecho, lo grabaron en la cruz de algarrobo que coronó su tumba.
La única constancia sobre este hecho acogido por la tradición son varias mociones a una misa por la finada” 0 “por la difunta Correa”, a partir del 13 de agosto de 1883 por el presbítero Ramón Salcedo, cura y vicario de Caucete: en los libros Nº 1 de expediente matrimoniales 1878-1883, una lápida de piedra retirada del viejo templo de villa Independencia de Caucete: recuerdo de gratitud y justicia a la caritativa Difunta Correa q.e.p.d. 1892, depositada en la capilla de Vallecito, y dos partida de la parroquia de Santa Ana (ubicadas por >Rogelio y Laura Díaz Costa), con menciones en los años 1827 a 1839 al casamiento de las hermanas Correa con los hermanos Bustos, Horacio Videla , Historia de San Juan.